¿El coaching es una terapia?

¿Los coaches sois como psicólogos, verdad?, ¿Estoy para que me trates, no? Pero si un coach es un entrenador, ¿qué tiene que ver el deporte con que yo gestione mal mi agenda? ¿Los coaches no son esos de la tele que eligen a cantantes y los ayudan a mejorar?

Estas son algunas de las dudas acerca de qué hacemos los coaches. Y aquí van algunas respuestas:

Los coaches no somos psicólogos.

Ni somos profesionales de la salud, ni diagnosticamos, ni sanamos. Esto no quita que un psicólogo también pueda ser coach y viceversa. Es más, si yo como coach durante una sesión intuyo que puede existir algún asunto psicológico digno de ser explorado por otro profesional, te lo haré saber tal y como exige el código ético al que me acojo profesionalmente (ICF y ASESCO).

Aunque se nutre de la psicología entre otras disciplinas, coaching es el arte de crear nuevas formas de vida, nuevas conversaciones, nuevos puntos de vista a través de preguntas poderosas y enfocadas en tu propia meta. Estas conversaciones son reflexivas, introspectivas, creativas y diferentes a las que hayas podido tener. Es un proceso de no dependencia, con fecha de inicio y de fin, donde ni siquiera será necesario acompañarte hasta lograr tu objetivo, sino sólo hasta que sientas que tienes las herramientas suficientes para generar planes de acción eficientes y saludables y así continuar tu camino por ti mismo. Resumiendo, coaching es trabajar por objetivos del tipo que sean: profesionales, organizacionales,  familiares, sociales, económicos, deportivos, etc.

Para aclarar aún más y mostrar mi máximo respeto y admiración a los psicólogos (hoy sigo agradeciendo a Ruth, mi psicóloga, el trabajo que hicimos juntas para poder recuperar la ilusión por la vida y para sanar mis trastornos a raíz de varias y muy duras pérdidas familiares entre otras cosas), nosotros como coaches trabajamos con clientes, no atendemos a pacientes. 

Aunque no tratamos trastornos psicológicos, al menos yo considero que no deberíamos y personalmente no lo hago, sí trabajamos con las emociones que afloran al ponerte en marcha hacia lo que te has propuesto, y también con aquellas emociones que bloqueamos consciente o inconscientemente y que nos impiden avanzar de una forma sana para nosotros y para las personas que nos rodean.

¿Has escuchado antes eso de que el cuerpo grita lo que la boca calla? Pues durante las sesiones, además de poner atención a lo que dices sentir, también se atiende al lenguaje no verbal que expresas con tu cuerpo. Estamos muy acostumbrados a comportarnos “correctamente” y hemos sido entrenados para no llorar en público, los hombres ni siquiera en privado, para sonreír ante la gente aunque estemos tristes, para responder automáticamente “bien” a la pregunta “¿cómo estás?”, para justificar nuestros bloqueos diciendo “es que yo soy así”, para dar por hecho que un “no puedo” es cierto, para no poner malas caras, etc. Y cuando lo sano sería aceptar las emociones y cambiar nuestros comportamientos, resulta que hacemos todo lo contrario: aceptamos los comportamientos sin cuestionar lo que la sociedad o las costumbres familiares nos han impuesto y entonces adaptamos las emociones, normalmente enmascarándolas en otras o bloqueándolas, haciendo como que no existen. Ahora que está tan de moda este término, sería como hacer ghosting a nuestras propias emociones.

Especificar también que en caso de que se esté recibiendo cualquier tipo de terapia y se desee realizar un proceso de coaching para lograr un objetivo, será importante tener la aprobación o al menos la opinión del terapeuta en cuestión, para no distorsionar su trabajo. Complementar terapia y coaching simultáneamente será beneficioso, siempre y cuando las tres partes estén de acuerdo en ello.

Inteligencia emocional como nuevo deporte.

El coaching va de la mano de la Inteligencia emocional: personalmente no entendería otra forma de hacerlo. Identificar tus emociones, ponerles nombre, sentirlas, traspasarlas y acogerlas como algo nuestro y de nadie más, algo de lo que debemos hacernos responsables, es una parte que se aprende durante un proceso de coaching. Lo que sientes tú, es tuyo. Por lo que si necesitas etiquetarnos de otra forma, podríamos decir que, los coaches somos entrenadores de emociones. Como en un gimnasio o en una cancha, los coaches podemos hacerte reflexionar sobre tus emociones, tal y como allí lo hacen sobre tu estado físico, pero no podemos ni sentir lo que tu sientes, ni lanzar la pelota, ni levantar las pesas por ti. Eso sí, te acompañamos con distintos ejercicios durante el proceso para que lo aprendas y lo integres. El corazón está formado por tejido muscular cardíaco y el estómago e intestinos por tejido muscular liso, ambas zonas son lugares físicos donde se manifiestan las emociones. ¿Por qué no comenzar a entrenar estos músculos también? 

Para complementarlo, tendríamos que entrenar también el cerebro, que es quien percibe, interpreta y valora los hechos para desembocar después en unas y otras emociones. Pero esto, lo comentaré en próximas publicaciones.

Volviendo a las dudas habituales que nombraba al principio, yo como coach no te voy a dar consejos sobre cómo entonar tu voz, ni sobre cómo actuar, ni te voy a decir qué canción cantar o que objetivo perseguir y mucho menos emitiré una valoración sobre quién eres o sobre cómo te comportas. No juzgar es otra de nuestras competencias como profesionales y sobra decir que te comportas lo mejor que sabes, que puedes o que crees. Aceptar ésto sin culparte por ello, te dará la libertad y la apertura que necesitas para aprender nuevas conductas. Los coaches acompañamos para que aprendas ésto. Practicar, practicar y practicar, ya es cosa tuya.

El experto en tu vida eres tú, por eso no aconsejamos. Lo que me sirve a mí, puede que no te sirva a ti. Por ejemplo, a mi me encanta irme a tomar unas cañas con amigos. Puedo aconsejarte eso para que te distraigas, te rías un rato y para que sientas que estás aprovechando la vida. Pero, ¿Y qué estoy haciendo si le doy el mismo consejo a una persona alcohólica?

Por cierto,  si te vieras desde fuera a ti mismo, ¿qué consejo te darías?

Tampoco tomamos decisiones por ti.

Lo que hago por ti, te invalida a ti. Te acompañamos a reflexionar desde otras perspectivas para que tú decidas lo que es mejor para ti. Es un proceso de introspección, de darte cuenta de qué cosas has hecho hasta ahora que no te están funcionando y de cuáles sí, es una toma de conciencia de quién quieres ser realmente el resto de tu vida, es alinearte con tus valores una vez revisados y actualizados, es un camino de subidas y bajadas donde descubrirás nuevas opciones y nuevas acciones que hasta ahora no habías contemplado, para avanzar sin perder de vista tu meta.

Coaching es un acto de responsabilidad y compromiso contigo mismo.

Con tu objetivo y con el impacto que ello tenga en el entorno. Si bien es cierto que  una sesión sola de coaching ayuda a tomar conciencia de lo positivo que es realizar cambios e iniciar éstos, es necesario un proceso completo para que esa transformación trascienda, al igual que es necesario llevar la honestidad por bandera. Eso es desarrollo personal.

Mi compromiso como coach es acompañarte y hacer que encuentres la inspiración y motivación necesaria para que empieces a vivir de una forma equilibrada y distendida, para que encuentres la forma más eficaz de reforzar tu identidad. 

Coaching es acción.

Pero acción enfocada. Por eso se necesita definir un objetivo muy muy concreto y que se pueda medir en el tiempo. Y esto es otra de las cosas que lo distinguen de la terapia. No tiene sentido que un paciente se imponga una fecha de recuperación, cada proceso necesitará un tiempo y ponerse fecha será una presión añadida y contraproducente que no favorecerá el estado de ánimo de la persona. En cambio, en un proceso de coaching, especificar concretamente lo que quieres conseguir y cuándo lo quieres conseguir: te hace desactivar el piloto automático con en el que vamos habitualmente; te hace salir fuera de la zona de confort sabiendo que puedes confiar en ti mismo aunque estés explorando nuevos horizontes, pues trabajamos las creencias que hasta ahora te han impedido hacerlo; te hace ser más productivo en cuanto a tus decisiones y actuaciones; y además, te hace comprometerte con otras metas intermedias, retadoras y alcanzables que te darán la satisfacción y el empoderamiento necesario para disfrutar de tu nuevo yo, del camino y de los resultados. Poder ir midiendo tu progresión en el calendario, hará que retomes el compromiso con tu objetivo, cada vez que vuelvas a antiguos hábitos no favorecedores.

Coaching es autoconocimiento, crecimiento personal y transpersonal.

“Me lo contaron y lo olvidé, lo vi y lo entendí, lo hice y lo aprendí”. Confucio.

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